DISCURSO DEL COMANDANTE REGIONAL DE LIMA
Dr. ALFONSO DEL CASTILLO ICAZA
Señores:
El deber lo condujo al Heroísmo, el Heroísmo lo llevó a la Muerte y la Muerte les abrió las puertas de la Gloria.
Juan Antonio Alarco Espinoza, nació en Lima, el 13 de Junio de 1841; y el 21 de Abril de 1866, como Empleado de la Municipalidad de Lima de ésa entonces, ingresó a formar parte, de la Compañía de Bomberos “MUNICIPALIDAD”, hoy “LIMA” Nº 3, que a iniciativa del Señor Alcalde Dn. Pablo Antonio Salinas, se formaba en vísperas del Glorioso Combate que se realizó el 2 de Mayo, siendo el Primer Jefe de esta naciente Compañía el Sindico Dn. Francisco Laso, recibiendo del Jefe del Estado materiales, uniformes, y los postulados que en forma palmaria y firme sentaban, estableciendo como verdad histórica, que la Bomba que se acaba de instalar, nacía con vida oficial, con el carácter de nacional y como Compañía permanente.
El 26 de Abril, la Compañía “MUNICIPAL LIMA”, con todos sus efectivos y materiales, se dirigía al Primer Puerto de la República y producido el Combate, ocupó lugares preferentes, por ser Nacional, en su misión Patriótica y Humanitaria y viene aquí la actuación de Juan Antonio Alarco Espinoza, según el relato histórico del General Eléspuru, sobreviviente de la Torre de la Merced, de los principales episodios del Combate y nos dice:
“Yo, recuerdo también, que después del primer tiro de la Torre, se llamó a un sirviente de reemplazo y entonces acudió presuroso el Teniente Coronel mejicano Zubiría, más al dirigirse a la pequeña escala, que conducía a los cañones, fue violentamente detenido por el joven bombero Dn. Antonio Alarco, que vestía su camiseta roja, diciéndole: YO SOY PERUANO, A MI ME TOCA; y subió para desaparecer, cargando el cañón, como había desaparecido el anterior sirviente, fue la instante reemplazado por Zubiría quien después cayó gravemente quemado en el momento de la explosión”.
En el parte oficial de la comandancia General de las Baterías del Sur, cursado al Jefe del Estado Mayor General del Ejército y firmado por el Coronel Manuel G. de la Cotera; dice que “Entre los muertos en el mencionado Combate, está el Bombero Antonio Alarco, que tan solo contaba con 25 años de edad, nos merece un especial recuerdo, sus méritos particulares, su carácter CIVIL, su Patriotismo, su valiente conducta en la Batalla, y por último su trágico fin, le hacen merecedor a esta distinción y a la gratitud Nacional”.
Y también en el Parte Oficial, elevado por el Señor Coronel Mariano H. Zevallos, Jefe de la Plaza y Prefecto del Callao, al Señor Secretario de Estado, en el Despacho de Gobierno, da cuenta del Heroísmo del joven bombero Antonio Alarco.
Y fue su Gloria tan grande, que de El solamente se pudo recoger, después del Combate una mano, que fue identificada por una sortija que su señora Madre le había obsequiado y estaba adherida a ella un trozo de tela roja, y es lo que tenemos presente en esta Urna, lo que el 12 de Mayo de 1866, se dio cristiana sepultura y han transcurrido cerca de Noventinueve años de este Combate y ya ha sido ANTONIO ALARCO, reconocido en su Inmortalidad, por la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia Vencedores el 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria, el 4 de Noviembre de 1961, habiéndole otorgado el Título de Ciudadano Heroíco y Eminente concediéndole el Distintivo Institucional al Pabellón de la Compañía “LIMA” Nº 3.
El Concejo Provincial de Lima, el 21 de Mayo de 1950, colocó una Placa en la Casa que nació Antonio Alarco, “Primer Voluntario de la Compañía de Bomberos “LIMA” Nº 1, quien murió Gloriosamente, en el cumplimiento del deber en el Callao en la Torre de la Merced”. Y denominó con su nombre, a la Calle en que nació, que es la Cuarta Cuadra del Jirón Callao. En Sesión del Concejo del 1º de Diciembre de 1964, fue aprobada la creación del Parque Nacional “Antonio Alarco”, que ocupará el tramo del Campo de Marte, ubicado entre las Avenidas Horacio Urteaga y Antonio Ribeyro, que ojalá, pronto sea una realidad.
El Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Lima que tengo el honor de Comandar, al rendirle un tributo más al egregio limeño Antonio Alarco, le decimos que fue nuestro Primer Héroe en alcanzar la Gloria, al caer en la brega, cumpliendo con su deber, con el mismo sudario con que lograra el Inclito Coronel Dn. José Gálvez LAURELES y VICTORIAS.
JUAN ANTONIO ALARCO ESPINOZA:
El deber te condujo al Heroísmo, el Heroísmo te llevó a la Muerte y la Muerte te abrió las Puertas de la Gloria.
Comandante Alfonso Del Castillo Icaza
A nombre del Comando Nacional, el Segundo Comandante General del Perú, Dr. Juan Vicente Cortez Ezcurra, pronunció el discurso siguiente:
DISCURSO DEL 2º COMANDANTE GENERLA DEL CUERPO DE BOMBEROS DEL PERÚ.
Dr. JUAN V. CORTEZ EZCURRA.
Señores:
Con motivo de esta Ceremonia el recuerdo de momentos de Gloria y de sacrificio, páginas desglosadas de nuestra Historia, surge en nuestras mentes.
El holocausto patriótico de Antonio Alarco, joven bombero de la “MUNICIPAL LIMA” de aquel entonces, y hoy Benemérita “LIMA” Nº 3, fue reconocido, cuando en el Primer Congreso Bomberil Peruano, fuera declarado “Primer Mártir del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú”, la foja de servicios de nuestra Benemérita Institución Bomberil Voluntaria tiene a su haber decenas de Mártires, quienes al igual que Alarco no vacilaron en cumplir, aún a costa de sus vidas, con el mandato que voluntariamente se habían impuesto. Los unos cumpliendo estrictamente su deber humanitario voluntario, los otros agregando el matiz patriótico y regando con su sangre generosa las campos de batalla, en los cuales nuestra Patria tuvo que defender su Sagrado Suelo amenazado por huestes extrañas.
Pronto se conmemorará el Centenario del Glorioso Combate del Dos de Mayo, y nuestra evocación se hace alrededor de aquellas Compañías de Bomberos, que se formaron en aquel entonces, para sofocar los siniestros provocados por la furia del invasor. Algunas de esas Compañías hoy Beneméritas, siguen en la brega, siguen cumpliendo a pesar de las dificultades que en este mundo actual tan materializado encuentran, y son las Beneméritas Compañías “UNION CHALACA” Nº 1, Decana del Cuerpo Nacional, la “ROMA” Nº 1, Decana de la Región Capital, Compañía Italiana; la “FRANCE” Nº 2, Compañía francesa de Lima; la “LIMA” Nº 3, Decana de las Nacionales de la Metrópoli. Otras han desaparecido, como las Compañías “ADUANA”, “GRAN PACIFICO”, “BELLAVISTA”, “ITALIANA” y “SANTA ANA”, constituida por ciudadanos ingleses radicados en nuestra Capital. Nuestra gratitud como peruanos será eterna, para aquellos ciudadanos extranjeros, quienes, en agradecimiento a nuestra generosa acogida, supieron afrontar valerosamente el peligro y cerraron filas junto con los nuestros, para así dar una muestra de solidaridad ante el peligro a la Humanidad. Que los representantes de las Colonias Italianas, Francesa, Inglesa y Alemana sepan que el Pueblo peruano no olvidará nunca ese gesto tan noble, que bien dice de los Países de origen de donde provinieron tan nobles ciudadanos.
Hoy día 14 de Febrero, es una fecha que conmueve al corazón del hombre, pues es el aniversario de la Tragedia de la Calle de Plumereros. Hoy día, hace 35 años, cuando la Ciudad festejaba los Carnavales, la tragedia que siempre ronda la vida del bombero, se cirnió sobre la Ciudad y la Muerte se llevó a Cinco Voluntarios del Fuego: Juan Acevedo, Eleazar Blanco, Carlos Vidal, de la Benemérita Compañía “SALVADORA LIMA” Nº 5, y Julio Ochoa Torres, de la Benemérita Compañía “FRANCE Nº 2”.
Así pues el traslado de los restos mortales del Primer Mártir del Cuerpo de Bomberos del Perú, se realiza en fecha onomástica de tragedia para el Cuerpo de Bomberos de Lima y por ende del Perú, confundiéndose en un solo acto estos dos acontecimientos de tan grandes alcances cívicos. El Cuerpo Nacional de Bomberos del Perú siempre ha sabido participar de las congojas nacionales, cuando el 12 de Mayo de 1866, el ataúd que contenía los restos mortales del Héroe Coronel Ministro de la Guerra Dn. José Gálvez fuera cargado en hombros por voluntarios bomberos, que alumbraban sus pasos con los hachones funerarios.
La Historia tarda pero siempre llega. Los bomberos voluntarios, a pesar de la indiferencia de muchos están decididos a seguir cumpliendo el juramento que hicieron al ingresar a las filas de nuestra Institución y ser llevados por los altos conceptos que encierra nuestro Lema: “DIOS, PATRIA Y HUMANIDAD”.
Comandante Vicente Cortez Ezcurra
A nombre de la Familia del Héroe Antonio Alarco, el Dr. Enrique Dammert Elguera, pronunció el siguiente discurso de agradecimiento:
DISCURSO DE AGRADECIMIENTO DE LA FAMILIA
POR EL Dr. ENRIQUE DAMMERT ELGUERA
A este solemne recinto traigo la adhesión y gratitud de unos Peruanos que, por razón de sangre y tradición hogareña, veneramos desde niños el despojo humano que hoy se guarda en esta tumba; de quienes por ello estamos más obligados a venerar el recuerdo que hizo ingresar a la Historia al Héroe Antonio Alarco y Espinoza quien por su desprendimiento y valentía varoniles, agrega más sabor de alma al espíritu y a la tradición de nuestra Patria Inmortal. Nuestra adhesión al homenaje y, como ciudadanos nuestra gratitud a quienes lo realizan; al Benemérito Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Lima, a su Señor Comandante General a la Compañía “LIMA” – especialmente a los Señores José Castillo, Atilio Onetto y Jorge Landázuri – y al periodista señor Luis Roca Quiñones, quien ha remozado el culto a la memoria de Antonio Alarco.
La contienda bélica de hacen noventinueve años enfrentó unidos a cuatro Países hermanos contra la pretensión del reino español; de ese mismo reino que siglos antes había traído junto con su dominio, cultura y sangre pródiga e hidalga formando esta América “donde se reza a Jesucristo y se habla el español”. Fue una guerra cuyas incidencias duraron casi dos años y que no pueden entender los que no saben del Quijote y los que se ríen de él. Fue una lucha por la honra y por dignidad. El romanticismo culminaba por estas latitudes y las almas se quemaban de ideal.
La flota española por culpa de una mala diplomacia, fue lanzada a la lucha. Como es justa de antiguos caballeros enamorados del pundonor y el nombre, los dos bandos fueron bravos. Y llegó el momento en que como un reto se desafió al Perú, en el Puerto del Callao y a la luz del mediodía. Temprano, sencillamente para ir a cumplir con su deber, cubierto el pecho por la roja camisa del uniforme de la Compañía “LIMA”, Antonio Alarco, mozo de veinticinco años llenos de promesas abrazó a su madre en despedida porque “se iba al Callao con don José Gálvez”, el admirado amigo, encarnación más alta del Perú de entonces, el gran Jefe liberal por el que seis años antes, lió la vida en aventura revolucionaria de enorme guapeza el Comandante Manuel Alarco su hermano mayor.
Diez minutos antes del mediodía se rompieron los fuegos por parte de los atacantes, los que proclamaban “primero la honra sin marina, que la marina sin honra”. Antes ya un Jefe de guerrera nave, acercándose a la playa había desafiado a grandes voces a los defensores de tierra: “Aquí está Topete para quien quiera algo de él”. Don José Gálvez, Ministro civil de Guerra, recomendó “esperar hasta que disparen los otros. Justifiquemos nuestra causa”, agregó. Iniciada la batalla: la valentía, el sacrificio, la tenacidad, el arrojo.
Muerto en el bastión llamado la Torre de la Merced un artillero Antonio Alarco reclamó para sí el puesto de sacrificio y fue a él negando el paso a otro voluntario: “Me toca a mí, soy peruano”. Minutos después una bala de cañón o de granada lo hacía desaparecer corporalmente. Y rato después, Gálvez y sus compañeros pasaban a la inmortalidad al estallar el bastión. El holocausto de muchos dio grandeza a la victoria y afirmó para siempre el valor de los contendores.
Doña Mercedes Espinoza viuda de Alarco, es informada que ha estallado el torreón donde su hijo combatía; deja Lima y llega al Callao al caer la tarde. La acompaña una fiel y dignísima amiga, la señora Teresa Bolaños de roca, con quien afanosa busca, entre escombros y cenizas de la ruina, lo que pudiera quedar del hijo. Cae la oscuridad nocturna, pero es inútil la búsqueda. Sólo dos días después es hallado un breve despojo humano; desgarrada y quemada es la mano del lado del corazón de Antonio Alarco que su madre reconoce por la sortija que élla le regalara años antes. Por ese resto pequeño tuvo el consuelo de una tumba a donde acercarse a orar la admirable mujer que al reconocer el resto de su hijo se limitó a decir: “Dios me lo dio, El se lo llevó”. Ella, cristiana en lo profundo y en el amor maternal ejemplo de virtudes insignes, pudo aplicar a su hijo la frase del Evangelio de San Juan que dice: “Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus amigos”. Y su hijo Antonio la dio por el Perú y los suyos.
También por nosotros, por los que estamos aquí en la tierra, y por los que vendrán. El pequeño despojo que aquí queda, es una semilla. Ella fructificará en el alma de los hombres porque lo inmortal que encierra el ejemplo que nos hace recordar esa mano fina quema por la pólvora y desgarrada hacen noventinueve años, es el de un mozo quiere que todos en el Perú sean sencillos, valientes, muy humildes, muy desprendidos. Como él.