miércoles, 28 de noviembre de 2012

José Enrique del Campo

Había nacido en Lima en 1836 siendo sus padres don José C. Del Campo y doña Carmen Corpancho,  hermana del poeta Nicolás Corpancho.  En su juventud sus inclinaciones altruistas se hicieron evidentes al comenzar a estudiar medicina, carrera en la que hubiera brillado con luces propias pero que lamentablemente tuvo que dejar al morir su padre y dedicarse a trabajar para mantener a su querida madre.

 Con el transcurrir del tiempo se convirtió en tipógrafo y es en esta profesión en la que destaca como una eminente persona de dotes magníficos publicando una serie de obras, reglamentos y demás documentos importantes a los que debido a su modestia, jamás quiso colocar su nombre y firma alguna . Fundó la sociedad de tipógrafos y fue Presidente Vitalicio de la Sociedad de Artesanos cuyos miembros reconocieron en su gestión a la persona humana y valiosa que era, la misma que sabían jamás cedería  ante un chantaje y un vil soborno.

 Sus cualidades altruistas ya comentadas lo hicieron convertirse en bombero honorario en la Bomba Lima desde el 18 de noviembre de 1871. Según documentos que se encuentran en el archivo histórico de nuestra institución, figurando incluso presencia hasta 1879. Así  como en la Lima, José Enrique también fue bombero honorario de la compañía Salvadora Lima. La guerra  que Chile declara al Perú lo coge desempeñando el cargo de administrador de la Imprenta del Estado y en la que justamente había servido el gran intelectual  Manuel Atanasio Fuentes, quien vio reflejado en el trabajo de Enrique, un futuro extraordinario en las letras.

 Luego de haber prestado servicio por cinco años como segundo jefe del batallón número cinco de la Guardia Nacional, el cual se disolvió por decisión del gobierno, sentó plaza como soldado simple en el Batallón de la Reserva N° 6 del Reducto Nº 3 que estaba bajo las órdenes del coronel Narciso de la Colina,  fundador de la Bomba Lima en 1866.

Murió el 15 de enero de 1881, portando el Pabellón Nacional del Reducto N° 3 de Miraflores que quedó manchado con la sangre de éste patriota al momento de caer fulminado por las balas enemigas. Juan F. Ezeta, colaborador del periódico La Reacción cuenta lo último que escuchó de la boca del propio José Enrique antes de partir a su encuentro con la muerte:

"..No tengo valor bastante para ver que los enemigos del Perú ocupen esta capital....si pasan, pasarán sobre mi cadáver..."

Así fue, el invasor pasó sobre su cadáver que como se sabe, el Reducto Nº 3 fué el que mas bajas sufrió en la batalla:

  …. “El Capitán Juan Pablo Bermúdez se desplomó muerto al pie de su bandera en el tercer reducto. Lo sustituyó Juan De La Fuente, sobrino del Gran Mariscal. A los treinta segundos lo mataron. Tomó su puesto don Enrique del Campo, administrador de la Imprenta del Estado. Antes de un minuto, su sangre empapó el estandarte…..”  Guillermo Thondike.

Otro testigo presencial de aquel día señala en el diario El Bien Público : "..... Murió levantando entre los brazos palpitantes el glorioso estandarte del Batallón Nº6 de la Reserva. En ese momento, Miraflores ardía como una hoguera..."

Aquella tarde había perecido también su hermano menor Reynaldo y sobrevivido a la barbarie su sobrino José Rodolfo del Campo corresponsal de guerra a bordo de los buques de la escuadra en la campaña naval del 79. José Luis  Torres llamado el historiador de la guerra por Manuel Zanutelli Rosas en la obra  La Gesta de Lima”, había sido muy amigo y compañero de trabajo de Enrique del Campo y es en  “Los Mártires”  publicado en el diario El Comercio del 15 de enero de 1884, en donde lo describe como amigo sincero, leal , hombre probo, ejemplar ciudadano y sobre todo sin serlo, un verdadero y querido hermano.  

"...Se necesitó de ocho guardianes que murieran defendiendo el estandarte, y Enrique del Campo fue el primer elegido....todos murieron en sus puestos, sellando con su sangre el juramento que habían hecho de luchar al lado del Patrio Pabellón hasta sacarlo triunfante de la pelea, o sucumbir defendiéndolo." José Luis Torres.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Enrique L. Barrón

“Un enamorado del Honor Nacional”  como es llamado Enrique Luís Barrón por Manuel Zanutelli Rosas en una de sus grandes semblanzas biográficas,   nació en Lima en 1837   y con el transcurrir de los años llevaría una vida digna y excelente en el círculo de la sociedad limeña que lo vio crecer  y convertirse en uno de sus dignos y emblemáticos personajes.

Dedicado al comercio e importaciones tenia su establecimiento en la calle Carabaya N° 24 y 26  en Lima, teniendo también sucursales en Arequipa y Trujillo. Fue tan digna su existencia que sabiendo como hombre de bien la necesidad de servir no se limitaba solo en la palabra que decidió convertirlo en obra. Así Enrique Barrón  ingresó como bombero honorario a la Bomba Lima el 23 de agosto de 1872   figurando en el mismo cuadro de bomberos honorarios en el año 77 y 78  hasta  1879 .

Fue precisamente ese año en que sus actividades comerciales y  altruistas, se distrajeron debido al golpe alevoso y que fue la declaratoria de guerra que Chile hacía al Perú, para que este ciudadano de excelsas virtudes contribuyera con diferentes donativos al sostenimiento de la campaña, óbolos que prefirió no hacerlos públicos y mantenerlos en el anonimato.

Sabiendo que la Patria necesitaba el concurso de todos sus hijos aptos para luchar es que se alista ya no como soldado de la humanidad sino como soldado de la Patria.  Cuando los chilenos estaban en las puertas de Lima  y habían superado la línea de San Juan.

Barrón ya se encontraba en su puesto en el campo del honor, integrando el batallón N° 2 de la reserva en el Reducto N° 1,   A la hora crucial de la batalla de Miraflores del 15 de enero de 1881 cuando los chilenos forzaban una vez mas la línea defensiva peruana, encontramos a Enrique Barrón luchando y animando indesmayablemente a los demás combatientes.  Al momento en que sostiene tenaz resistencia en aquel reducto es que una bala asesina lo hace caer finalmente muerto por su Patria. 

Enrique Barrón  murió luchando y defendiendo el Honor Nacional durmiendo su cuerpo en ese suelo miraflorino, junto a los demás ciudadanos ricos y pobres, profesionales  y artesanos, de toda condición, que integraron ese día aquel batallón   de “ Ciudadanos convertidos en soldados”  . Fue enterrado el 12 de enero de 1882 en un mausoleo de su familia,  en el Cementerio Presbítero Maestro    .