lunes, 12 de marzo de 2012

La Bomba Lima en el Dos de Mayo de 1866

Pasada la euforia por la fundación de la compañía, la tarea fundamental de los miembros de la nueva corporación de bomberos radicaba en entrenar y familiarizarse en el uso de los implementos y materiales de extinción de incendios
Los ejercicios como se comentó en artículo anterior, se realizaron en las plazuelas de la Recoleta y Penitenciaría. Allí los mismos tenían dos fases: el aprendizaje del uso de la Bomba de brazos y el trabajo en si con  mangueras.


Plazuela de la Recoleta (Hoy Plaza Francia)




Plazuela de la Penitenciaría - Archivo Gonzalo Maguiña


Una semana después de instalada la compañía, el 27 de abril a las diez de la mañana, los bomberos de la Lima emprendieron en tren, el camino hacia el Callao conduciendo sus dos bombas, vistiendo su camisola estilo garibaldino, pantalón blanco y su casco con alón de junco con una cinta bicolor de dos pulgadas.A la cabeza estaba su comandante Francisco Laso.
Dos horas después llegaron a Bellavista estableciendo allí su campamento, en donde se pasó lista.

Así se describe en el Diario El Comercio de aquel día:


El Comercio 27 de Abril de 1866
Crónica de la capital
Bomberos de Lima.- Hoy ha marchado al Callao la compañía de Bomberos, que organizó, en esta capital una numerosa y escogida parte de nuestra entusiasta juventud.
Van perfectamente uniformados y creemos que prestarán servicios importantes. Es satisfactorio ver a todos los ciudadanos, apresurarse a pedir una colocación dónde puedan manifestar su patriotismo.
Tan noble conducta será debidamente recompensada y si el agradecimiento de todos, es un premio estimable, ya lo han obtenido estos jóvenes patriotas.
De igual forma En el diario El Nacional, apareció lo siguiente el sábado 28:
Bomba Municipalidad de Lima.- A las tres y cuarto se han reunido los jóvenes pertenecientes a la bomba “Municipalidad de Lima” y acordaron llevar por distintivo, una cinta bicolor en el brazo izquierdo, prendida en forma angular con el vértice del ángulo hacia arriba, y al efecto se repartió la cinta obsequiada por los señores Chesse Wathercamps y Co.
Convinieron igualmente que el martes a las 6 y media de la mañana se encontrarían en la estación del ferrocarril del Callao, para marchar a Bellavista donde pasará lista y se considerará excluidos de la sociedad de bomberos, a todos los que faltasen sin justo motivo comprobado. Si antes del martes hubiese algún acontecimiento que exigiese la presencia de los bomberos en el Callao, se reunirán también en la estación del tren.
De orden del Capitán se suplica a los bomberos que concurran mañana a la una del día a la plazuela de la penitenciaría, para hacer ejercicio.







Iglesia y Claustros de San Agustin en donde fueron guardados
 los materiales contra incendio usados por los bomberos nacionales en 1866


En aquella primera visita al Callao, los miembros de la compañía colaboraron en la implementación de dos grandes  cañones Blackely. Para tal fin, la Secretaría de Guerra dispuso la convocatoria de tres mil hombres, quienes junto a los bomberos nacionales, estarían bajo las órdenes del ingeniero norteamericano Jorge Rumrril.
El patriotismo se puso de manifiesto otra vez, ya que se presentaron diez mil hombres para apoyar, los mismos que llegaron como pudieron caminando o en tren. La obra no pudo ser concluida en 24 horas pero sí en 48, quedando instalado sólo uno de los cañones, porque el otro se había descompuesto.
La batería fue denominada “Cañón del Pueblo”, debido a ese amor y dedicación con el que fue instalado por cada uno de los patriotas de toda condición social y económica. Esa misma batería fue confiada al batallón Artesanos para que cumple su misión el día del combate.



Batería Cañón del Pueblo 1866



El día del combate se acercaba, los trabajos para la fortificación del Callao era realizados con gran rapidez pero acelerada improvisación. A la par que las compañías Roma y France se encargaban de instalar los hospitales de sangre, sus colegas nacionales apoyaban en la construcción de trincheras, barricadas y bolsas de arena, para contener los proyectiles españoles.
Resolviendo la interrogante de porqué los nacionales fueron designados a los trabajos dentro de las líneas defensivas y no así sus colegas europeos  se debió precisamente porque aquella lucha la debían de llevar a cabo a parte de los peruanos allí reunidos en el Callao,  chilenos, colombianos, mexicanos, etc. La ciudadadía de origen europeo debía mantenerse neutral.



Baterías del Callao vista de sur a norte en 1,866




La mañana del miércoles 2 de mayo de 1866 la ciudad de Lima amaneció con tranquilidad, aquella tranquilidad que reina cuando se prevé un destino triunfalista. En el Callao se respiraba esa misma confianza. Aunque el cielo estaba parcialmente nublado, a cierta distancia los ojos humanos podían apreciar ligeramente la figura de esa gran mole que es la isla San Lorenzo y que servía a los buques españoles como escudo. Los defensores de la plaza contaban cada minuto que pasaba en los relojes. Esperaban la hora del inicio del combate, ya que todo estaba dispuesto.

En la Cruz del Blanco el Comandante Francisco Laso pasó lista a los integrantes de la Bomba Lima. De igual forma sucedió en las demás bombas y cuerpos militares, el tiempo en que la manecilla del reloj marcara el mediodía se acortaba cada vez más.

El Teniente Eudoro Álvarez Pinillos al tiempo de pasarse lista estuvo de comisión para mas tarde regresar al escenario del combate;  don Pío Jorge Echenique en el fuerte Independencia de igual forma y el señor Bruno Zavala enfermo a consecuencia de haber perdido un dedo en los trabajos del 29 de abril.

Finalmente las campanadas de las iglesias marcaban las doce del día, pero no fue hasta catorce minutos después en que las naves españolas luego de dejar su refugio de la isla San Lorenzo y en movimientos acompasados por las olas una a una fueron tomando posición de combate proclamando sus tripulantes:


“primero la honra sin marina, que la marina sin honra”.


Baterías del Callao 1,866

El gigante espada en mano y al amparo de sus trescientos poderosos cañones se nos echaba finalmente encima. Cuarenta años después de Junín y Ayacucho, la hora de la tan ansiada revancha había llegado.

José Gálvez impartió la orden de que se responda el fuego sólo cuando los cañones españoles rugieran. Así fue como un tiro de artillería desde la nave insignia Numancia, decretó el inicio del combate. Los artilleros en el Callao hicieron gala de una excelente puntería, mas no así los artilleros a bordo de las naves españolas. El rostro del almirante Méndez poco a poco empezaba a encenderse de la ira al respecto.
La Comandancia General  de la “Baterías del Norte”, estaba desempeñada por el coronel José Joaquín Inclán, quien mandaba las siguientes organizaciones defensivas, enumeradas del norte a sur:

Batería de la “Independencia”, a órdenes del coronel Mariano Delgado de la Flor, compuesta de seis cañones cortos de 32.
Torre de “Junín”, mandada por el sargento mayor Tomás Iglesias, compuesta de dos cañones Armstrong de 500 libras con blindajes de planchas de fierro; en esta torre se hallaba el comandante de las baterías del norte.
Batería “Pichincha·, al mando del teniente coronel Melchor Delgado, con cinco cañones largos de 32.
Fuerte “Ayacucho”, teniente coronel Andrés A. Cáceres, con dos cañones Blackley de 450 y espeso parapeto de tierra.

Batería Pichincha 1,866


La comandancia general de las “Baterías del Sur”, estaba confiada al coronel Manuel G. La Cotera, quien mandaba las siguientes fuerzas:

“Cañón del Pueblo”, cerca de la estación del ferrocarril, a órdenes del capitán de fragata Hercilio Cabieses, sistema Blackley de 450 que había sido montado en 24 horas.
Batería “Provisional” bajo el mando del Capitán de corbeta José Sánchez Lagomarcino, con cañones largos de 32.
Batería “Maipú”, coronel Ruperto Delfín con ocho cañones largos de 32.
Batería “Chacabuco”, teniente coronel Miguel Rodríguez, con un cañón de 68 y 6 de a 32 cortos.
Fuerte “Santa Rosa”, capitán de fragata Guillermo Jhone, con dos Blackley de 450 libras; en este fuerte se hallaba el coronel La Cotera.
Torre de “La Merced”, giratoria, blindada, de dos cuerpos, coronel Enrique Montes, con dos cañones Armstrong de a 300.
Batería “Abtao”, teniente coronel Benito del Valle, con siete cañones largos de a 32.
Batería “Zepita” que hacía frente a la Mar Brava y que a órdenes del coronel José A. Morón disponía de dos cañones de a 68 y cuatro largos de 32.

Las baterías flotantes las componían los vapores “Tumbes”, “Loa”, “Victoria”, al mando del capitán de navío Lizardo Montero con un cañón cada uno. En total 83 cañones defendían el Callao.

José Gálvez Egúsquiza

Para rechazar un probable desembarco de tropas, Prado dispuso de que los cuerpos militares estén al mando del General Juan Buendía y estos eran: "Ayacucho". "Granaderos"," Legión Peruana", "Yungay", "9  de marzo", "Independencia", "28 de febrero", "Cazadores del Cuzco", "Cazadores de Cajamarca", "Huánuco", "Puno", "Trujillo", "Zepita”, “América", "Arequipa", "Punyan". "Iscuchaca" y los cuerpos de caballería conformados por "Los Húsares de Junín", "Coraceros", "Lanceros de Chiclayo". "Lanceros del Cuzco", "Lanceros de la Unión".

Protegidas por las viviendas del puerto más atrás estaban varias compañías de bomberos listas para actuar en caso de producirse un incendio. Estas eran: las bombas "Roma 1", "France 1", "Alemana", "Ibérica", "la Chalaca", de "la Aduana”, entre otras. La LIMA estaba en apoyo en la línea de combate y lista para socorrer heridos como lo relata mas adelante el parte del prefecto del Callao.

Las naves españolas poco a poco empezaron a sentir la fuerza de los proyectiles de tierra, registrando la mayoría de los buques serias averías. Estas estaban conformadas por;

Fragata Blindada "Numancia", Capitán Juan Antequera , 40 cañones 
Fragata "Villa de Madrid', comandante Álvaro Gonzales. 50 cañones.
Fragata '"Almanza", comandante Victoriano Sánchez, 52 cañones.
Fragata "Resolución", comandante Carlos Varcárcel, 42 cañones.
Fragata '"Blanca", comandante Juan Topete, 88 cañones.
Fragata "Berenguela", comandante Manuel de la Pezuela, 30 cañones.
Corbetas "Vencedora" 3 cañones, “Consuelo”, “Victoria”, “Cousiño”, “Maule”, de dos cañones y varios veleros empleados como transportes. Total: 313 cañones.


Fragata Blindada Numancia 1866. Nave capitana del Almirante Méndez Núnez que se encargo de hacer fuego contra la Torre de la Merced que mandaba José Gálvez


Casto Méndez Núñez


Las baterías "Del Norte", ya hablan dado cuenta de fa "Villa Madrid". Los telegramas llegaban a la capital informando que ninguno de los combatientes del Callao se había echado atrás. Habiendo transcurrido una hora del combate la emoción con la que los defensores observaban los estragos que sus disparos ocasionaban en las fragatas españolas, aumentó más. 

En la batería de la Merced las vivas a la patria se escuchaban más y más. Los heridos eran trasladados a los hospitales donde eran atendidos por los médicos, enfermeros y los voluntarios italianos y franceses. Los bomberos de la Aduana, Ibérica y la compañía Chalaca contenían los incendios de una manera loable y es un gesto de suma distinción fue la que protagonizaron los bomberos italianos, al querer marchar hacia las baterías para ocupar un puesto, pero fueron contenidos al respecto.

Mientras tanto uno de los artilleros de "La Merced" cayó abatido por un tiro de cañón proveniente del mar. Su lugar iba a ser cubierto por un teniente coronel mexicano de nombre  Zubiría cuando en ese instante se le cruzó un muchacho de apenas 25 años.

Aquel joven vestía una camisola roja estilo garibaldino, pantalón blanco y botas. Su nombre: Juan Antonio Alarco Espinoza. A decir de los testigos las palabras pronunciadas por Alarco fueron escuchadas con mucha decisión y fuerza:

" Yo soy peruano!... a mí me toca...........”.

Al escuchar esas palabras, el mexicano solo acento la cabeza retirándose del lugar, metros más allá de la batería. Minutos después, una maravillosa explosión opacó a todas las escuchadas esa tarde. La batería "La Merced" había explosionado, tal vez una bomba disparada  de la Numancia y/o la Almanza que eran los buques que dirigían sus fuegos contra sector, penetró en el lado derecho de la cureña del primer cañón, rompiendo la madera y aplanando un perfil de la muñonera. La bomba rebotó de allí al círculo de la torre y entró en el hueco de la porta donde estaban tres saquetes de pólvora. En este sitio que era la santa bárbara fue donde provino una explosión.

La "Torre de la Merced" había desaparecido, y junto a ella sus heroicos defensores.

                                                                                 Batería Torre de la Merced 1,866

De lo escrito por el corresponsal del el diario El Comercio, el 3 de mayo de 1866 recogemos ésta narración:

(...) En el sitio fue evidente la explosión, y lo prueba la circunstancia de haber sido lanzada la porta a 90 metros de distancia, el desquiciamiento de las planchas de a 6 pulgadas de ese mismo sitio y el estar artillada la madera lo mismo que el blindaje interior de la torre, estas terribles, manifiestan igualmente que si la explosión no hubiera tenido un desahogo considerable al arrancarla porta, toda la torre habrías volado, es indudable que el fuego de  la explosión que en el cuerpo superior se comunicó inmediatamente a los saquetes de pólvora que estaban al pie del asta de bandera del cuerpo inferior y este fue el complemento de aquella horrible catástrofe que causó como dejamos dicho 27 muertos de aquellas bravos y heridos 66, muchos de los cuales han fallecido después(…).

La onda expansiva hizo volar por los aires restos humanos y todo cuanto encontró en su camino, José Gálvez y los defensores que lo acompañaban desaparecieron para siempre, Sólo quedó de ellos cuerpos humanos irreconocibles y carbonizados.

El General Jaun Nolberto Eléspuru - que en aquel entonces era un muchacho - uno de los sobrevivientes de “La Merced" da parte de lo sucedido momentos después del combate:

“(…) Yo recuerdo poco después de la explosión en la "Torre de la Merced" preguntaba a un herido agobiado por sus dolores y a quien no pude reconocer:

- Quién eres? - pregunté
- Yo, Domingo Nieto - respondió
- Qué tienes?
- Me han botado una pierna y la otra pronto caerá, Viva El Perú!.

También recuerdo que después del primer tiro de la Torre, se llamó un sirviente de reemplazo y entonces acudió el teniente coronel mexicano Zubiría, más al dirigirse a la pequeña escala que conducía a los cañones fue violentamente detenido por el joven don Antonio Alarco que vestía su camisola roja de bombero diciéndole:     Yo soy peruano,  pero a mí me toca!.

Y subió Alarco para desaparecer luego de la explosión, cargando su cañón como había desaparecido el anterior sirviente. En ese instante fue reemplazado por el teniente coronel Zubiría, quien  también estaba herido y quemado".

El jefe de la batería Santa Rosa Coronel La Gotera y Comandante de las baterías del "sur", también hace el recuerdo en su Informe final, a lo escuchado la tarde del combate: 

"...De la Torre de la Merced es de justo traer el recuerdo al joven de 25 años Antonio Alarco que murió heróicamente según informes recogidos de personas que merecen fe y que al caer uno de los defensores de "La Merced", hizo a un lado a un coronel mexicano de nombre Zubiría quien se prestaba a tomar su puesto y fue hecho aun lado por el muchacho dicéndole: Yo soy Peruano a mi me toca" ...."


Cañón Blackely 1866

LA HISTORIA QUEDO ESCRITA EN EL 2 DE DE 1866: EL PRIMER HÉROE DEL CUERPO DE BOMBEROS

Mas sabiendo de la suerte que habla corrido el Dr. Gálvez y sus acompañantes en "La Merced", los defensores no bajaron la guardia. Los disparos efectuados estaban ocasionando daños terribles en las naves enemigas, en una de las cuales incluso se declaró un incendio incontrolable.

Los miembros de la Lima se habían distribuido desordenadamente por todo el campo a tal punto que ello explica el que Alarco aparezca en la Torre de la Merced como sirviente de cañón mientras que sus colegas contribuian a apoyar en las demás baterías y otros  socorriendo heridos, mas es sabido que luego de la explosión que destruyera la batería en donde se encontraban Gálvez y Alarco, fueron los bomberos nacionales quienes se encargaron de apagar aquel incendio, como se detalla claramente en la biografia de Narciso de la Colina -  fundador de la compañía - elaborada por el Centro de Estudios Históricos Militares del Perú "Cripta de los Héroes".

Cosa anecdótica es la vivida por un joven muchacho sobreviviente de la batería la Merced, quien luego de la explosión, salió de entre los escombros empapado de hollín, con algunas heridas leves y el cabello algo quemado. Se trataba del Sargento de la Guardia Nacional Gabriel Torres, futuro héroe de la Patria y la Bomba Lima, durante la Guerra del Pacífico, Según dijeron testigos del hecho, Torres no pereció esa tarde, debido a que “el destino le aguardaba algo grande".

Y fue en el momento en que los relojes marcaban las cinco de la tarde que de la nave insignia "Numancia" se impartió la orden de retirada y regreso a su provisorio cuartel de la Isla San Lorenzo, El combate habla concluido. Según los cronistas de la época, el Almirante Méndez había resultado gravemente herido. Por el lado español resultaron muertos 184 hombres; por el de los defensores del Callao se contabilizaron alrededor de 70  entre muertos y heridos.



Oleo Combate del Dos de Mayo de 1866


Ese mismo día miércoles 2 de mayo de 1866, el corresponsal de El Comercio escribió los principales momentos del combate de lo que rescatamos lo siguiente:

(...) 3:45         Las fragatas Blanca, Berenguela y Resolución, se dan por perdidas, las últimas han sido remolcadas al cabezo de la isla. A pesar de que los españoles han tirado sobre la aduana no ha habido incendio.
Las compañías de bomberos principian a operar, aunque los incendios no son de consideración, (…)
4:40 Los bomberos italianos, compañía Roma, están prestando sus servicios, haciendo sus guardias en los hospitales y teégrafos.

(...)                  Los bomberos, los hombres del pueblo se han ocupado en cargar heridos y los médicos, los cirujanos, los practicantes, todo el mundo está en su puesto (…).

Al día siguiente apareció en el mismo diario lo siguiente:

Bomberos: La ruina del Callao fue decretada por el Brigadier de las fuerzas españolas. Todos creíamos que sería a cenizas. Ya sólo se podía pensar en los medios de atenuar el furor de tan horrible elemento.
En cuatro días se ha formado numerosas compañías de bomberos, italianos, franceses, alemanes, limeños, chalacos y artesanos de nacionalidades diversas, crearon como por encanto un cuerpo numeroso y magnifico, que desde el día 1ero de mayo votó al del peligro, como elemento regenerador destinado a protestar contra la barbarie. Hurra a los bomberos!.

Los vivas al Perú y a la América libre alborotaron todos los rincones del puerto. Los defensores del Callao habían cumplido, Mientras tanto las labores de evacuación de heridos continuaban en los hospitales de sangre, más la triste tarea de recolección de cadáveres de los caídos en esta acción de armas comenzaba.

Los bomberos de la Lima, comandados por Francisco Laso empezaron a ser llamados nuevamente en lista en la Cruz del Blanco del Callao, más es de suponerse que a la hora de escucharse el nombre de Alarco Espinosa Antonio, nadie respondió  y de  inmediato se dio orden para hallarlo. La historia quedó escrita para siempre y eso lo sabemos.


La Nación a los Vencedores del Dos de Mayo de 1,866
Fotografía del monumento ensamblado en Francia antes de ser enviado a Lima




Respecto a la actuación de la Lima es digno traer a esta lectura lo siguiente:

Parte oficial de la Prefectura -del Callao sobre el combate del 2 de mayo de 1886:

(...) La Compañía de bomberos de la Municipalidad de Lima, compuesta de jóvenes decentes, capitaneada por don Francisco Lazo y la de la empresa de Agua por don José Basagoitia, prestaron igualmente sus servicios en la obras de fortificación y aun en el momento del combate, conduciendo heridos sobre sus hombros, desde el fugar de las baterías hasta los hospitales de sangre, habiéndose distinguido la primera en llenar las vacantes que las balas enemigas causaban en nuestros artilleros, A dicha compañía perteneció el malogrado joven Alarco, quien sustituyendo a un cabo de que desapareciera de una bala de cañón, murió él, también, en el fragor del combate… (…) Firma: Mariano H, Cevallos.

Así  y para siempre, quedo escrita la participación de la Compañía de Bomberos Lima en el Glorioso Combate Naval del Callao del Dos de Mayo de 1866, en Honor a la Patria y con el sacrificio patriótico del Benemérito Juan Antonio Alarco Espinoza.

Fotos Internet, Eugenio Courret, Foro Lima de Siempre   http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1340927 y Blog Lima La Unica.

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